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México: la formación de editores para un nuevo ecosistema de consumo digital

Autor
Fernando Cruz Quintana
Fecha
3 octubre, 2018

Hace ya mucho tiempo que la industria librera experimenta una transformación a nivel mundial. Reflejo fiel de lo acontecido con otros sectores del ámbito cultural, el negocio de los libros también se ha tenido que adaptar a los entornos mediáticos digitales que existen hoy en día. Las empresas editoriales han sufrido algunas reconversiones tecnológicas de sus procesos productivos y comerciales, que les han permitido no quedarse al margen de las nuevas prácticas de consumo. En medio de este escenario de cambio, la labor del editor también ha tenido que repensarse y redefinirse.

Aunque los libros impresos tienen siglos de existir, no fue sino hasta inicios del XX que el negocio editorial alcanzó probablemente su carácter industrial. A lo largo de todos estos años, las actividades productivas y comerciales de las editoriales se habían mantenido prácticamente incólumes: riesgos en los tirajes de impresión, alto costo en la distribución de ejemplares y en el almacenamiento de los mismos, grandes índices de devolución de obras y destrucción de inventarios, etc. Todo esto es todavía una de las características que aqueja al sector; sin embargo, la utilización de las tecnologías digitales ha replanteado muchas de estas tareas.

En un escenario de cambio como este, se ha manifestado con más fuerza un problema que ha aquejado al sector editorial desde siempre (al menos el hispanohablante): la carencia de espacios formativos para editores. No es exagerado realizar tal afirmación. Si bien es cierto que la labor de un editor —tan difícil de precisar por la diversidad de tareas involucradas— parece no poder incluirse dentro de una teoría o un programa de aprendizaje, existen algunas actividades que pueden anticiparse y profesionalizar de mejor modo a quien decida dedicarse a esta actividad.

Esta necesidad de formación especializada no es la expresión de una intuición o mero deseo personal, sino la concreción de lo que muchos otros editores, anualmente, dejan por escrito en las encuestas que formalizan voluntariamente en la Feria de Frankfurt: la encuesta global que se realiza cada año pretende tomar el pulso al sector y determinar cuáles son los problemas y asuntos que más preocupan a esa comunidad especializada internacional. (Gil y Rodríguez, 2011: 99)

Probablemente, una de las razones por las cuales existe esta carencia de espacios formativos de editores sea el idilio que existe alrededor de las labores editoriales. En los contextos académicos y culturales, así como en el mundo del libro en general, se suele engrandecer a la lectura como una de las prácticas culturales más sublimes del ser humano. En esa visión, la importancia de los libros se exalta sobremanera y se corre el riesgo de olvidar que la existencia de muchos de ellos es posible gracias a su carácter de bien comercial.

Aunado a lo anterior, el aprendizaje de las actividades editoriales siempre se ha dado en la práctica misma y bajo tutela de grandes personalidades de la cultura escrita que legaron sus conocimientos a las nuevas generaciones. En este sentido, la formación editorial se gesta en pequeños espacios privilegiados en los que existe mucho recelo por mantener la tradición y prestar sumo cuidado a las tareas que se han realizado desde hace mucho tiempo. Si bien anteriormente esto bastó para hacer de la edición una actividad redituable, la aparición de nuevos productos culturales de características digitales (incluidos los e-book) han cimbrado las labores productivas de los libros.

Sin pretender debatir enconadamente sobre las diferencias entre los libros impresos y los electrónicos (dos formatos que más que excluyentes son complementarios), es necesario reflexionar desde el punto de vista de un editor y pensar en cuáles son hoy en día sus necesidades profesionales. Si antes la discusión era en qué formato, con qué tipografía y con qué papel debía imprimirse una obra, hoy en día también se debe pensar cuál es formato digital más conveniente (PDF, ePub, Movi, aplicación para móvil), cómo se gestionarán los derechos digitales, cuál será el precio de estas publicaciones y cómo será distribuido en línea. Todas estas tareas son nuevas en los entornos editoriales y la gran mayoría de los casos no alcanzan a ejercerse de buen modo con la simple formación tradicional de un editor.

Aunque la venta de impresos sea todavía el principal negocio editorial, es innegable que año tras año las editoriales en todo el mundo comienzan a incursionar en el terreno de la edición digital. No obstante que el comportamiento de los consumidores de bienes digitales sea incierto, en el caso de los libros electrónicos, algunas tendencias comienzan a definirse. En México, de acuerdo con la Primera Encuesta Nacional sobre Consumo de Medios Digitales y Lectura, el grado de estudios es una variable que incide directamente en la lectura en formatos digitales; a mayor nivel escolar, mayor es la lectura es dispositivos electrónicos. También en este estudio se señala con claridad una idea generalizada de que los consumidores mexicanos (y probablemente los de otras regiones del mundo) tienen sobre el costo de los libros electrónicos: el gasto que están dispuestos a realizar por ejemplares digitales es mínimo, incluso al grado de considerar que todo lo que está en la red debiera ser gratuito. Situaciones como las anteriores no deben ser pasadas por alto por parte de los editores; ambas son indicadores que pueden ayudar a tomar mejores decisiones a la hora de buscar contenidos y ponerlos a la venta.

Con todo lo anterior como marco general, en el mundo entero han comenzado ha crearse programas de estudio que atienden directamente a estas variables tecnológicas en la labor editorial. Un ejemplo de lo anterior lo constituye el màster en lìnia d’Edició digital de la Universitat Oberta de Catalunya. Este programa está dirigido a formar editores con competencias integrales para el mundo del libro, que respondan a necesidades de edición en impresos y en formatos electrónicos. Todo lo anterior se realiza por medio de estimular la capacidad de adaptación e innovación tecnológica.

Ejemplos como el de la Universitat Oberta de Catalunya existen en el mundo anglosajón y en los últimos años se han incrementado en España. Hablando específicamente sobre estas temáticas, habría que reconocer que en México aún no hay opciones a nivel licenciatura o posgrado que tengan esta perspectiva integral de la edición con múltiples salidas, tanto impresas como digitales. Sin embargo, sí hay algunos centros formativos para editores, cada uno con características particulares, que pueden ser de interés no solo nacional, sino de todo el sector librero de América Latina y el Caribe.

La formación profesional de editores en México.

En 2009, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en conjunción con la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), creó el programa de maestría en diseño y producción editorial cuyo objetivo es “integrar transdisciplinariamente la edición, el diseño y la producción, no sólo desde el contenido, la forma, la tecnología o la administración, sino conjugando todas estas dimensiones”. Esta es la única opción de estudio a nivel de educación superior que existe en México para formarse en el ámbito editorial. Este programa de maestría de la UAM tiene una conceptualización de las labores editoriales como un proceso multifactorial pero su plan de estudios enfatiza sólo en aspectos de diseño.

Otra opción universitaria en el tema editorial es la maestría en producción editorial que creó en 2010 la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y que tiene por objetivo “formar recursos humanos en producción editorial con enfoque en las áreas de edición, diseño y gestión, con conocimientos y habilidades interdisciplinarios e integrales para elaborar estrategias y productos editoriales en el ámbito editorial público, privado e independiente”.

Una de las propuestas educativas más formales que existen es la que ofrece la Asociación Mexicana de Profesionales de la Edición AC. Esta Asociación se formó el 11 de diciembre de 1993 y tiene como objetivo “brindar a los profesionales de la edición (editores, redactores, traductores, correctores, diseñadores y demás participantes en los procesos editoriales) herramientas para hacer su labor más sólida y sistemática con miras a formar una comunidad unida y mejor adaptada a las necesidades de los medios impresos y electrónicos actuales”. Específicamente, se imparten diplomados en corrección de estilo y talleres en distintas materias que van desde cuestiones ortotipográficas, administrativas y sobre la utilización de herramientas tecnológicas para la labor de edición.

Desde el 2012, la Editorial Sexto Piso realiza anualmente un Diplomado de edición. El interés de esta empresa de libros mexicana es preparar individuos en el quehacer editorial a través de clases semanales en donde se abordan, a consideración de los realizadores, las principales temáticas con las que un editor moderno tiene que tratar en el día a día. En cada sesión, un especialista se encarga de exponer sus conocimientos prácticos en el tema elegido. Una de las virtudes de esta propuesta es la vinculación directa con editores en activo, que pueden, más allá de un aspecto teórico, informar sobre la realidad del trabajo editorial.

Finalmente, la última opción formativa aquí referida es la que realiza el propio gremio editorial a través de la Caniem. Aunque históricamente la cámara ha brindado apoyo formativo mediante una gran multiplicidad de cursos, seminarios, talleres y diplomados, en mayo de 2018 todos estos esfuerzos se concentraron en el Centro de innovación y formación profesional para editores EDITAMOS. Esta propuesta de la Caniem, dirigida por el Mtro. Arturo Ahmed Romero, va acorde con las necesidades actuales que enfrentan los editores y se sustenta en tres ejes: formación profesional para los editores, gestión de la innovación y documentación y estadística.

En un escenario cambiante —y hasta cierto punto incierto— como es el de la edición digital, se necesita de propuestas como estas, que permitan profesionalizar al gremio editorial y que, al mismo tiempo, apuesten por la innovación en un contexto de prácticas tradicionalistas. Más que editores en papel, hoy en día podemos hablar de gestores de contenido cuyas salidas pueden ser múltiples. Estos son algunos ejemplos mexicanos que apuestan por una mayor profesionalización del gremio; sin embargo, la formación debe ser constante y debe estar al tanto de lo que acontece con el libro en todo el mundo.

Bibliografía

Manuel Gil y Joaquín Rodríguez. 2011. El paradigma digital y sostenible del libro. Madrid: Trama Editorial.