La Fundación El Libro, organizadora de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, publicó un estudio para analizar el impacto del evento en términos económicos “más allá de la venta de libros”. El informe se publicó el 22 de agosto de 2020.
Una feria internacional del libro puede, y debe, ser observada desde varios ángulos. Se lo hace, aunque, en general, desde dos: como un acontecimiento cultural para la ciudad, el país y el mundo, y como una oportunidad especial para el negocio de la industria editorial. En algunos casos, también se la considera como una proyección sinigual de la “marca” de la ciudad y el país. Pero casi nunca se la ve en su dimensión económica más allá del libro. Desde estos dos últimos ángulos debieran mirar, especialmente, los gobiernos.
A partir de esta premisa, la Fundación El Libro, organizadora de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, encargó un estudio a un grupo de economistas, que fue base del Informe sobre la Dimensión Económica de la Feria, dado a conocer el 20 de agosto de 2020. En lo económico, una feria moviliza recursos dinerarios, materiales y humanos dentro y fuera de
ella. En la Feria misma actúan la construcción; los servicios de seguridad, higiene y bancarios; la gastronomía; el transporte. Si el predio es alquilado es importante su costo, más algunos rubros adicionados, como el gasto energético. Según cada caso, deben considerarse como inversiones o como gastos. En otros, existe la recaudación, como la misma venta de libros.
Finalmente, y esto suele sorprender, la fuerza laboral abocada es significativa. En el caso de la feria de Buenos Aires, ronda las ocho mil personas.
Fuera de la Feria, en la ciudad y el país, deben considerarse el transporte nacional e internacional de personas y de bienes; el servicio hotelero; la gastronomía; el turismo; la inversión publicitaria y promocional en la prensa y los medios de comunicación por parte de los organizadores y expositores. En días previos, la impresión de novedades, la reimpresión de
libros que serán puestos a la venta, los folletos y catálogos.
Algunos dineros constituyen, además, ingresos de divisas para el país. Estos pueden darse por tres vías: lo que gastan los invitados profesionales o culturales del exterior; lo que invierte el país o ciudad invitada de honor; lo que se facture por exportación de libros físicos. En el tercer caso, la feria de Buenos Aires tiene un programa de oportunidades para libreros y
bibliotecarios del exterior, que, en 2019, facilitó la salida de diez toneladas de libros, solo en sus tres días de Jornadas Profesionales.
Varios de estos resortes deben ser, inevitablemente, estimados. Para algunos casos, las grandes ciudades lo hacen. Por ejemplo, determinan un promedio de gastos diarios de visitantes que concurren a congresos o simposios. Es válido para una feria internacional.De todos modos, la tarea de estimar valores y dimensionar la importancia económica de una
feria es un desafío recomendable, más allá de que siempre se considere incompleto. Porque, sobre todo, ayudará a acercarse a otro ángulo de aquel objeto que, como decimos en nuestras campañas de promoción, “tiene más valor que precio”.
El informe puede leerse de manera completa en: