Aunque en el campo semántico de Universidad figure la cualidad de universal, poco se reflexiona en Colombia sobre el rol que las bibliotecas universitarias tienen en la construcción de esa cultura universal de los estudiantes, no solo por medio del acceso libre al conocimiento y la apertura de espacios de apoyo a la formación, sino mediante la aproximación a la lectura y la escritura como habilidades que desarrollan el pensamiento crítico de un mundo que se escapa del catalejo disciplinar.
Es un hecho que el rol de la biblioteca universitaria se ha visto interpelado por la llegada de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación; por las dinámicas de nuevas generaciones de estudiantes, que en muchos casos son nativos digitales y no acceden con gusto a los soportes tradicionales de la escritura; y por los desafíos que ha planteado el Sistema Nacional de Acreditación.
Cómo ha respondido la biblioteca universitaria, o la universidad misma, a esos cuestionamientos es un problema que invita a ser trabajado de manera amplia. No obstante, una primera y muy superficial aproximación conlleva a notar que, en los últimos años, han empezado a emerger lentamente acciones orientadas hacia la difusión de los libros, la lectura, la escritura, la oralidad y las artes en algunas bibliotecas universitarias de Bogotá, y se han consolidado agendas culturales explícitas dentro de la oferta de servicios correspondientes, probablemente vivificando su espacio físico.
Por nombrar algunas de estas acciones, en las bibliotecas de universidades como la Javeriana o los Andes el factor común ha sido el cine, en tanto herramienta privilegiada para leer no solo el mundo, sino la realidad de estudiantes cada vez más ávidos de contenidos rápidos. En las universidades Sabana y Central, de la ciudad de Bogotá, se han creado clubes o espacios de lectura, atendiendo a las buenas prácticas de las bibliotecas públicas. En la Nacional se ha organizado un rico calendario de eventos que incluye desde costureros hasta presentaciones de libros, un poco más en concordancia con las estrategias de las librerías. En la Universidad Externado se ha creado, quizá, el primer grupo de trabajo propiamente dedicado a articular acciones similares mediante un programa robusto en el que, además de espacios de apreciación cinematográfica, tertulias literarias y eventos de lectura, se han añadido: un proyecto de intervención social orientado a mejorar la calidad de vida de la población vecina más vulnerable, un proyecto de lectura e investigación en torno a la política criminal y el abolicionismo, y un proyecto de exposiciones de corta duración que revitaliza las nociones de comunicación y espacialidad –en alguna medida diluidas entre las redes sociales–.
Lo anterior es un indicio de que la biblioteca universitaria tiene la potencialidad de ser un verdadero eje articulador al interior de las comunidades de estudiantes y docentes si se le permite desarrollar una agencia interdisciplinaria; esto es, involucrarse tanto en el ejercicio académico e investigativo propio de la universidad, como en la creación de una apuesta cultural y artística que responda a situaciones tanto locales como globales. La reformulación del equipo humano y de la comprensión de la biblioteca en términos de conservación e innovación serían apenas dos de las tareas necesarias frente a ese horizonte que se convierte en una invitación para reflexionar a fondo.
Foto tomada de la página web del Sistema Bibliotecario Vimercatese