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Encontrarse en el bosque: La librería como espacio de mediación para la primera infancia

Autor
Lara Meana
Fecha
3 octubre, 2019

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Cuando nace un bebé se tambalean todas nuestras certezas.  Lo que siempre creímos saber sobre educación, sobre crianza, sobre nosotros mismos, se difumina, tiembla, se resquebraja.  Buscamos entonces apoyo en la comunidad: la familia, los amigos, pero también profesionales y bibliografía que nos ayuden a recuperar la sensación de seguridad que necesitamos para llevar a cabo la labor de acompañar a este niño recién llegado que depende por entero de nosotros. Lo alimentamos, velamos su sueño, cuidamos su pequeño cuerpo mientras tarareamos una melodía que nos habita.  Mientras lo hacemos, la raíz de lo literario está ahí: las voces que nos mecieron a nosotros surgen instintivamente en nuestra propia voz para acompañar a ese nuevo ser que crece en nuestros brazos.  Cantamos para él, nos esforzamos en recuperar las palabras, los poemas, los ritmos con los que crecimos. Inventamos otros. Buscamos más allá.

Cuando nace una librería tenemos también más dudas que certezas, unas raíces de las que no siempre somos conscientes, una búsqueda más allá de lo que ya sabemos y una comunidad que se construye. Así nació El Bosque de la Maga Colibrí, de la raíz de mi experiencia anterior como bibliotecaria rural, de las lecturas compartidas con mis hijos por entonces aún muy pequeños, de lo aprendido de otros profesionales en cursos de formación sobre literatura infantil y mediación lectora. Además de diseñar un espacio, mi tarea principal fue la de seleccionar uno a uno los libros que formarían parte de su fondo. La aparición en ese momento de Beatriz Sanjuán, especialista en primera infancia, fue un hecho prodigioso: su complicidad con el proyecto de la librería fue instantánea y dura hasta hoy. Es su bruja madrina: una aliada poderosa que acompaña en el camino y a menudo sirve de brújula. 

El bebé crece explorando lo que le rodea, hambriento de palabras que nombren sus descubrimientos, hambriento de miradas que se posen sobre él y le reconozcan. Es el momento de los libros: imágenes y vocablos que representan y construyen el mundo desde lo artístico y lo literario. Recuerdo a mi hijo, acostado sobre su barriga con apenas seis meses, pasando las páginas de un libro de tela, como si fuera un adulto en miniatura embebido en una novela. Recuerdo mi emoción ante esta imagen de su futuro lector, cuando yo aún no era consciente de todos los significados del verbo leer, de su vastedad, de su conjugación en tiempo presente. El bebé lee el mundo, lee el libro, nos lee a nosotros. No es suficiente solo con el objeto libro: el bebé necesita también de la complicidad del adulto, del calor de su regazo, de la voz que relata. Esa es la verdadera semilla del árbol de la lectura, lo que buscamos transmitir a las familias que llegan a nosotras en busca de libros para sus pequeños.

Es también el camino de nuestro Bosque. La librería es ante todo un espacio de encuentro con los lectores, una exploración de territorios literarios donde poder habitar. Cuando una familia entra por primera vez en la librería intentamos que se sientan acogidos. Buscamos que reconozcan su propia voz, su valor como narradores primordiales, la importancia del vínculo y el afecto que se crea durante la lectura compartida. 

Recitamos para ellos poemas de Antonio Rubio, nos convertimos en perro que tiene sed al leer a Kitamura, cantamos con Nandi camino de la aldea de Tindi imaginando el sabor de las frutas, acompañamos al bebé de Beatrice Alemagna en su viaje hacia la cuna o descubrimos los cientos de historias que se esconden en los libros de las estaciones de Rotraut Susanne Berner. 
A menudo la reacción de las familias es de inseguridad, de timidez: “Yo no voy a saber contarlo así”. Es el momento de recordarles que no hay mejor narrador que el que tiene un vínculo con el niño. Que lo importante es que se sientan cómodos, que hagan suyos los cuentos, que lo lean a su manera. Que lo primordial es su voz, su mirada, la interacción con el pequeño, el respeto por los ritmos que el bebé marca. Que disfruten juntos de leer juntos.

La segunda vez que visitan la librería algo cambia: ha nacido la complicidad, ya hemos vivido una experiencia previa, la confianza echa raíces. Es el inicio de una búsqueda compartida: para nosotras, la de hallar el mayor número de libros posibles que contengan la honestidad, la belleza y la literatura necesarias; para las familias, la de saber que pueden escoger el camino que deseen, la seguridad de que los libros son necesarios, no para que los niños sean más listos o estudien mejor en el futuro, sino porque leer juntos crea momentos en los que compartimos lo que verdaderamente importa.  

Es ese acompañamiento en cada etapa del camino lector lo que nos mueve, lo que da identidad a nuestro proyecto librero. Compartir lecturas con los niños y niñas, con sus familias, con sus educadores. Crear vínculos, tejer redes. Formar una comunidad de lectores. Seguir aprendiendo a leer, juntos.

Pero también generar espacios de formación.  Desde los inicios, allá en 2007, programamos periódicamente un taller de lectura compartida para familias con bebés de 0 a 3 años que dura diez semanas, a cargo de Beatriz Sanjuán. Ofrecemos charlas para padres y madres sobre evolución lectora: “Leer antes de nacer”, “Aprender a leer en casa”, “Ya sé leer, ¿y ahora qué?” y “Mi niño no me lee” intentan ofrecer una perspectiva de las características de cada momento lector para que las familias comprendan cuál es su función como acompañantes del niño en cada etapa y qué libros pueden interesarles. También planificamos durante el curso escolar “píldoras formativas”, talleres y cursos para profesionales de la educación y mediadores de lectura, que imparte el equipo “TresBrujas”,  el cual ha ido consolidándose desde la librería y reúne en la actualidad a cuatro profesionales: Ana Cadrecha, Freddy Gonçalves, Beatriz Sanjuán y yo misma, Lara Meana.

Ocasionalmente, contamos con la presencia de otros profesionales del mundo del libro: editores, ilustradores, escritores o especialistas en literatura infantil y juvenil, que siguen enriqueciendo nuestro punto de vista y nos permiten contemplar y valorar el libro desde otros ángulos.Los niños van creciendo. La librería también. Aquellos que nacieron a la vez que El Bosque de la Maga Colibrí están ya a las puertas de la adolescencia, en una búsqueda que reafirme su identidad. En los libros que ponemos en sus manos siguen encontrando información que lleva al conocimiento, personajes que aman o detestan, historias en las que se reconocen o que les hacen comprender otras realidades distintas a la suya. Cuando estos jóvenes llegan a la librería, conversamos sobre los libros que compartimos. A veces se alejan, y cuando regresan nos dejamos recomendar por ellos las lecturas que han descubierto por sí mismos en otros contextos. Forman ya parte de esta comunidad de lectores que es la librería por derecho propio, sin intermediarios. 

El empeño de El Bosque de la Maga Colibrí es justamente acompañar a sus lectores durante todo el camino: desde la primera infancia, cuando nos descubrimos juntos, durante la niñez y la adolescencia, hasta la etapa adulta. Es una compañía que se construye día a día y colectivamente, no sin conflicto. Vivimos una época en que la lectura y la comunidad  han perdido importancia socialmente, en la que los hábitos de consumo están cambiando.

La librería está en un momento de búsqueda de nuevas estrategias de mediación y promoción de la lectura,  para seguir formando un colectivo de lectores en torno a este proyecto, que nos permita sobrevivir en un momento en el que todo parece accesible con un solo clic. 
Y mientras tanto no dejamos de leer, intentando encontrar en la literatura nuevas formas de caminar por el bosque, que nos ayuden a seguir construyéndonos.