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Economía creativa y el reto de la formulación de políticas públicas para un nuevo desarrollo en América Latina y el Caribe

Autor
Coordinación Comunicaciones
Data
5 novembro, 2016

“El desarrollo es un viaje con más náufragos que navegantes”. Esta afirmación abre la segunda parte del clásico “Las Venas Abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano. Estamos aquí en la reunión de Autoridades Nacionales de Estadística en América Latina con la intención de contribuir, ya sea mediante reflexiones teóricas, ya sea por las vías de construcción de indicadores y metodologías, para avanzar en la formulación y ejecución de políticas públicas para la cultura en nuestros países. Somos signatarios de la Convención de la UNESCO sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales y, por tanto, comprendemos la cultura como el cuarto pilar del desarrollo de nuestras naciones.

Me gustaría reflexionar en este panel sobre el papel de la cultura en la desestructuración contemporánea de los mitos que rodean los modernos modelos de desarrollo, a menudo tan separado de nosotros. Los proyectos asistencialistas y las ayudas internacionales son hijos predilectos del mito del desarrollo. La creación de instituciones de fomento, de programas y proyectos, la transferencia de recursos, la donación de equipos, se mezclan r con sistemas oligárquicos locales que, en las esferas política, social y económica, vienen demostrando, con el tiempo, capacidad de adaptación, renovación y continuidad. Todos sabemos cuáles son exactamente estos sistemas oligárquicos que se nutren del “no desarrollo” de las regiones más pobres de América Latina y el Caribe. Sabemos que la expansión de los medios propiciada por las industrias culturales no beneficia equitativamente a todos los países o regiones. Genera desigualdades económicas, contribuyendo así al mantenimiento de los desequilibrios históricos en el acceso a la comunicación, información y entretenimiento, provocando a un declive en la diversidad cultural.

Por lo tanto, la exportación de productos de las industrias culturales (música, películas y telenovelas), que se lleva a cabo a través de la industria transnacional (escritores argentinos, colombianos y chilenos que publican libros a través de editores de Madrid o Barcelona, de africanos que graban CDs en París), es el resultado de la “desterritorialización” de la cultura.. Vale destacar una de las grandes paradojas del consumo cultural planetario: mientras que algunos productos culturales se venden a los miles y millones, se cierran teatros, cines, librerías, bibliotecas y centros culturales en todos los continentes. América Latina, por ejemplo, no logra convertirse en una economía mundial de escala con capacidad de exportación. Al mismo tiempo, la hegemonía de los dueños de redes de telecomunicaciones, editores o canales de televisión, que no siempre tienen compromiso con los procesos educativos, contribuyen a la enajenación de los individuos y la expansión del consumo de productos culturales de baja calidad.

Dado este panorama, imposible no constatar el fracaso del modelo de desarrollo económico, basado exclusivamente en la acumulación de la riqueza y el crecimiento del producto interno bruto. Este modelo sólo reforzó el abismo entre ricos y pobres, especialmente en nuestros países.

Al definir desarrollo como “el proceso de expansión de las libertades reales que la gente disfruta”, Amartya Sen logra ampliar los principios y valores que fundamentan este “viaje”, como “metaforizó” Galeano. Esta nueva visión se revela de pronto en la apertura de su “Desarrollo como Libertad”, en donde las métricas cerradas exclusivamente a los indicadores económicos, típicos de corrientes convencionales de desarrollo, son debidamente “enmarcadas”, en un pasaje que ilustra muy bien las disposiciones de Sen:

“El enfoque en las libertades humanas contrasta con visiones más restringidas del desarrollo, como las que identifican desarrollo con crecimiento del Producto Interno Bruto, aumento de ingresos personales, la industrialización, avance tecnológico o modernización social. El crecimiento del PIB o de ingresos individuales obviamente puede ser muy importante como medio para ampliar las libertades que disfrutan los miembros de la sociedad. Pero las libertades dependen también de otros determinantes, como las disposiciones sociales y económicas y los derechos civiles”.

El economista y ex Ministro de cultura de Brasil, Celso Furtado, fue también un timonel sensible y sensato en este gran viaje en busca de un desarrollo más equitativo para las poblaciones de América Latina. Durante décadas en la CEPAL, luchó por un modelo de desconcentración, donde la diversidad cultural pudiera ser tratada como un insumo estratégico en nuestros países. Por eso fue un crítico inclemente de las sociedades capitalistas y “de su sofisticada forma de control de la creatividad y de manipulación de la información”. Lo que afligía a Furtado era la conciencia de que “la estabilidad de las estructuras sociales no-igualitaria estaría directamente relacionada con el control de grupos privados a los bienes de producción de la creatividad artística, científica y tecnológica y del flujo de información de esta creatividad.” Gran defensor de la innovación, el economista destacó, sin embargo, la necesidad de que el progreso tecnológico caminara paso a paso con el acceso de estos productos a grupos más amplios de la sociedad brasileña. En una perspectiva similar, en su libro “Creatividad y dependencia de la civilización Industrial”, afirmó que “el desarrollo sería menos el resultado de la acumulación material que una invención de valores, conductas, estilos de vida, en definitiva, de creatividad”. Desde el principio Furtado toma en su obra, la historia de la economía. Poco a poco, según Rosa Furtado, abraza los valores de la vida, del cotidiano, de las necesidades espirituales e intelectuales , reduciendo así, la prevalencia de la economía sobre la cultura”.

En esta misma perspectiva, Barbero establece cuatro fuerzas que impulsan el desarrollo: la organización flexible de la producción; la difusión de innovaciones y del conocimiento; el cambio y adaptación de las instituciones y el desarrollo urbano del territorio. La interacción entre estas fuerzas produciría la sinergia necesaria para aprovechar un desarrollo endógeno que, a su vez, permitiría una nueva alternativa de crecimiento económico no más construido desde afuera para adentro, , sino el resultado de una dinámica económica local. Al mismo tiempo, ese desarrollo se fundamentaría en la valorización de las éticas y de las expresiones culturales locales necesarias para la consolidación de prácticas cooperativas, al crecimiento de la confianza entre individuos y grupos, además de la protección del patrimonio cultural y ambiental de los territorios involucrados.

La economía creativa obedece en sus fundamentos a las condiciones de Amartya Sen, Celso Furtado y Barbero, y por eso se traduce en un mensaje esperanzador para todos nosotros. Nos estamos refiriendo a la “economía creativa” y sus cada vez más interesantes perspectivas para contribuir en la construcción de un nuevo modelo de desarrollo. Se enfatiza que los modelos europeos, asiáticos o americanos de las llamadas “industrias creativas” no son adecuados para nosotros. Necesitamos construir nuestros propios modelos de desarrollo, debemos creer en las tecnologías sociales que producimos, debemos honrar nuestras propias visiones del mundo. Se trata de la única forma de garantizar un desarrollo incluyente y sostenible para nuestros pueblos.

Nosotros que construimos el Ministerio de Cultura en Brasil, creemos que la institucionalización de la Economía Creativa en el Gobierno Federal es una contribución importante en la ampliación del poder de articulación de la cultura con las políticas económicas, educacionales, laborales, sociales y ambientales. El nuevo Ministerio, dirigido por la Ministra Marta Suplicy, ha estado trabajando de forma transversal en todos los ámbitos con los otros ministerios, organismos, instituciones, universidades, segmentos creativos, poderes legislativo y judicial, financiación del estado, institutos, organizaciones del tercer sector, así como con los Estados brasileños y los municipios, con el objetivo de poner las políticas de la cultura en el centro de las las decisiones del gobierno. . Sin embargo, para la consolidación de la cultura como cuarto eje de desarrollo es necesaria la construcción de una nueva mentalidad en los significados de la economía. A diferencia de la tradicional visión económica, en la que todavía se fundamentan las decisiones gubernamentales, necesitamos revisar patrones de pensamiento para que podemos encontrar alternativas a las grandes crisis mundiales. La economía creativa, así como la economía solidaria en nuestro país, por ejemplo, se caracteriza por la abundancia y no por la escasez, por la sostenibilidad social y no por la explotación de los recursos naturales y humanos, por la inclusión productiva y no por la marginación de personas y comunidades.

Los retos son inmensos, pero estimulantes. El Ministerio de Cultura retoma la difícil tarea de avanzar en la formulación de políticas públicas que produzcan desarrollo local y regional en Brasil, con la misión de transformar la creatividad brasileña en innovación y la innovación en riqueza cultural, económica y social. Para enfrentar estos desafíos necesitamos producir conocimiento y por lo tanto, deberíamos invertir en investigación, indicadores y metodologías que aseguren la confiabilidad de los datos que puedan dar sustrato a las políticas públicas; que aún , necesitamos: de fomento para las empresas, de formación para la industria, de infraestructura que garantice la creación/producción/circulación/distribución/consumo y disfrute de bienes y servicios creativos dentro y fuera del país. N necesitamos, también, marcos legales tributarios, laborales, civiles, administrativos y constitucionales, que nos permitan avanzar.

Este es el esfuerzo que la Secretaría de la Economía Creativa viene realizando desde su reciente creación y estructuración. Un esfuerzo diario en la superación de maniqueísmos, en la deconstrucción de mitos y enfrentamiento de preconceptos. Creemos en la apuesta de esa “razón sensible” capaz de conectar la cultura, la ciudadanía, economía y desarrollo. Una ciudadanía (como lo advierte Néstor García Canclini), que no debe confundirse con la mera capacidad de consumo, sino una economía que retome sus raíces ecológicas, un desarrollo que produzca, sobre todo, la participación. Somos un almacén de imaginarios y de culturas y, al mismo tiempo que producimos en nuestros territorios formas creativas de de vivir y sobrevivir. Sobre las crisis de los viejos modelos económicos tenemos una gran oportunidad para construir verdaderamente un “nuevo mundo”!

Para el gobierno de Dilma Rousseff, “un país rico es un país sin pobreza”. Creo que la reunión de las autoridades de estadísticas nacionales de América Latina quiere más que la aplicación de nuevas métricas para medir la contribución del sector creativo en nuestras economías. También ayudará a ampliar los significados que debemos aplicar a las palabras “riqueza” e “pobreza”, trasladándolos del imaginario materialista en el que ambas palabras están aprisionadas, y transformarlas en nuevos activos para el desarrollo que queremos.

Tenemos una importante tarea a realizar. Sabemos de las expectativas de los países en desarrollo, o incluso en los países desarrollados, sobre el liderazgo brasileño en esta lucha y debate. Especialmente en un momento v de hegemonía de la “economía política del conocimiento”, decisiva en la construcción de estrategias contemporáneas para el desarrollo de los países del hemisferio sur. Una economía política que tiene tres ejes fundamentales: hacer viable la agregación y la disponibilidad de fuentes de conocimiento relevantes existentes (especialmente el conocimiento potencialmente “productivo”); garantizar el acceso de la población a dichos conocimientos; crear las condiciones institucionales que permiten la conversión de ese conocimiento e ideas en productos y servicios útiles y comercializables en mayor escala.

Que además de números e informaciones sobre los sectores creativos, avancemos en la construcción de un nuevo modelo de desarrollo, que promueva la colaboración y solidaridad entre nuestros países. Después de todo, nosotros, latinoamericanos, estamos dotados con talentos especiales para tener éxito en esta tarea. Tenemos una “razón sensible” que guía nuestro espíritu amer-indio y mediterráneo. En un intento poético de rescatar la etimología de la palabra “corazón”, Ortiz Osés- nos propone la raíz Co-razón, la razón doble y mestiza que reconcilia razón y sensibilidad, emoción e intelecto. Que esta “educación para la sensibilidad” presente en nuestro pueblo, también pueden guiar nuestros gobiernos!

¡Muchas gracias!

Cláudia Leitão