Por: Andrés Delgado Darnalt*
El estudio de las industrias creativas como un sector estratégico de crecimiento social y económico del país es una disciplina de reciente creación y adquiere más relevancia en el contexto actual, dominado por el creciente intercambio de información y conocimiento, y la creciente inversión en productos y servicios creativos. En este marco, institutos nacionales e internacionales han desarrollado estudios sobre las industrias del derecho de autor como generadoras de riqueza para las naciones.
En un estudio sobre el aporte de las industrias creativas a la economía, la OMPI propuso una metodología de clasificación de las industrias creativas a partir de su dependencia en material protegido por este sistema legal: esenciales (core), interdependientes (interdependent), parciales (partial) y de soporte (non-dedicated support). En el grupo de las industrias esenciales, el sector de Prensa y Literatura es de lejos el más grande contribuyente al PIB de las naciones analizadas con una cuota del 40,5%. El estudio señala también que casi la mitad del empleo generado por las industrias creativas, 44%, pertenece al mismo sector. Esto convierte al sector editorial –y a su cadena de creación de valor– en un generador de riqueza y empleo estratégico para una nación.
Las estadísticas de producción editorial en Iberoamérica atestiguan el crecimiento de la industria en la última década. De acuerdo con el estudio El Espacio Iberoamericano de Libro (2012), realizado por el CERLALC, la industria ha tenido un crecimiento sostenido del 9% entre 2000 y 2011. El 55% de los títulos publicados en Iberoamérica en 2011 se registraron en países de América Latina, lo que demuestra el peso de la edición latinoamericana frente a la Madre Patria. Sin embargo, en la medida en que los editores latinoamericanos logren conectar con sus lectores a través de contenidos atractivos y se embarquen en la exploración de nuevos nichos de mercado, el número de lectores de sus contenidos crecerá. Para llegar a esta meta es indispensable activar una rama de la cadena de valor que ha sido, salvo algunos esfuerzos privados e intergubernamentales, poco estudiada en la región: la venta de derechos.
Los editores británicos Giles Clark y Angus Phillips, en su libro Inside Book Publishing (2008), definen la venta de derechos, rights sales en el mercado anglosajón, como el comercio de los derechos patrimoniales específicos sobre un contenido o grupo de contenidos en el mercado nacional e internacional. Estos se conocen como derechos subsidiarios y comprenden la edición en libro de bolsillo, edición para el mercado norteamericano, traducción, coedición, edición para clubes del libro, edición electrónica, serialización, extractos, adaptación cinematográfica, adaptación para televisión y edición en audiolibro.
Esta actividad, de acuerdo con los editores, conlleva costos directos mínimos y ofrecen en cambio ganancias extras a los editores. Además tiene el potencial de extender el mercado de las producciones literarias nacionales a nivel internacional y, con ello, externalidades positivas claves en términos de influencia cultural en regiones no hispanohablantes. El caso de los editores en el Reino Unido es diciente: un estudio de la Asociación de Editores del Reino Unido de 2006, mencionado por Clark y Philips en su libro, señala que el ingreso total por venta de derechos en 2004 fue 128,5 libras esterlinas, del cual el 56% vino de coediciones y 44% de la venta de otros derechos.
Esta coyuntura no es ajena a la industria de publicaciones en español. Un estudio del Ministerio de Cultura de España muestra que la venta de libros españoles –en soporte físico y digital– no va necesariamente de la mano con la venta de derechos. Al tiempo que la crisis económica de 2008 hizo mella en la facturación del sector editorial y en el número de ejemplares vendidos en el mercado interno, las ventas de derechos en el sector editorial español alcanzaron en 2010 los 394,1 millones de euros, un 183,5% más que en 2009.
Las cifras del estudio muestran un incremento pronunciado de la venta de derechos a partir de 2006. Este año no es ninguna coincidencia pues coincide con el lanzamiento de New Spanish Books, un proyecto conjunto de la Federación de Gremios de Editores de España, el Instituto Español de Comercio Exterior y la Embajada de España en Londres que busca incrementar las ventas de derechos de autor en el mercado británico. El proyecto le ha permitido a editoriales españolas entrar en contacto con editores británicos y mostrar sus obras a un mercado que es, a fin de cuentas, más extenso que el británico pues abarca también el estadounidense, el canadiense y el australiano. Y dado que el inglés sirve de lengua “puente” entre idiomas (el editor chino que no sabe español consulta la página en inglés, se entera de las novedades editoriales en España y entra en contacto con la editorial), termina funcionando como ventana para el mundo entero. El éxito del proyecto ha sido tal que ahora está apuntándole a editores alemanes a través de la versión alemana del portal, que contiene una selección que se ajusta al perfil del lector alemán.
Es evidente entonces que para una industria esencial del derecho de autor que busca ampliar su mercado la venta de derechos es una actividad fundamental. Como consecuencia de la recesión económica el sector editorial español está enfrentando una reducción de la demanda interna, lo que ha llevado a sus filiales en América Latina a recortar gastos y publicar contenidos para nichos de mercado específicos con venta segura. Esta coyuntura abre las puertas a nuevas propuestas editoriales locales y a la experimentación y concentración en nichos de mercado inexplorados. En Colombia, por ejemplo, un grupo de editoriales pequeñas está experimentado con nuevos contenidos y concentrándose en nichos de mercado inexplorados. Algunas de ellas están reunidas bajo el título de La Ruta de la Independencia, animadas por la posibilidad de agruparse porque se dieron cuenta de que juntos serían más fuertes que separados.
El gobierno y el sector privado de un país pueden facilitar los procesos de creación de empresa en el sector editorial a través de apoyo al emprendimiento, becas para la edición de obras de interés nacional y convocatorias. No obstante el éxito a largo plazo de estas empresas y proyectos –medido en el número de ventas, lo mismo que para empresas de otros sectores productivos– depende de factores como la existencia de un ambiente de negocios competitivo, un mercado lector amplio y un apoyo al sector –no necesariamente en especie– como industria estratégica de promoción cultural. Aquí es donde entra la venta de derechos: la capacitación en compra y venta de derechos patrimoniales le permitirá al sector vender lo mejor de la producción nacional, sea de escritores vivos o fallecidos, en mercados extranjeros donde el contenido, más allá del idioma, es lo que vende.
Para el éxito de esta iniciativa el gobierno y el sector académico podrían fomentar la recuperación y divulgación del patrimonio literario artístico nacional. Esto comprende la investigación y difusión de expresiones culturales a través de becas, premios y apoyos. Así mismo, en una región caracterizada por el olvido de la memoria histórica, es importante llevar a cabo la localización de titulares de derecho de autor de contenidos en dominio privado para su reedición y reinterpretación en el contexto actual.
Paralelo a lo anterior los gobiernos y las asociaciones de editores podrían trabajar mano a mano en la capacitación en negociación y venta de derechos subsidiarios. Se trata, básicamente, de demostrar a los actores de la cadena de valor del libro que todos trabajan con un activo no tangible cuyo alcance comercial es más alto que el impuesto por el formato que les da vida. Obras literarias en dominio privado llevarán el mensaje del escritor a Bogotá, Brasilia, Nueva York, París, Berlín y Tokyo como libros de bolsillo, electrónicos, audiolibros e incluso películas gracias a la venta de derechos, con el gran obstáculo, el idioma, superado también gracias a esta actividad. En esta cruzada de promoción nacional, con beneficios para ambos lados de la balanza comercial, un selecto grupo de entidades públicas y privadas en cada país puede poner su granito de arena.
* Comunicador Social con énfasis en Periodismo y Producción Editorial de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá), MBA en Negocios Internacionales de la Escuela de Comercio de Londres (Reino Unido), con estudios adicionales en edición, derecho de autor y economía. Ha trabajado en proyectos editoriales y en gestión cultural con la Cámara Colombiana del Libro, la Universidad de los Andes, el Grupo Iberoamericano de Editores, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y el Banco de la República. También ha escrito para la Revista Directo Bogotá y Publishing Perspectives.