Por Pedro Villa Gamarra
La primera asociación que surge al escuchar la palabra bibliodiversidad es su conexión con el concepto de biodiversidad. Y no es una coincidencia. Según la Alianza Internacional de Editoriales Independientes (AIEI) el término bibliodiversidad «se refiere a una necesaria diversidad de las producciones editoriales que se ponen a disposición de los lectores», haciendo eco de la importancia de preservar la variedad en un ecosistema cultural similar al biológico. En este sentido, la bibliodiversidad se ha convertido en un concepto clave para enfrentar la creciente concentración editorial y la homogeneización cultural que afecta al mundo del libro.
El concepto de bibliodiversidad se introdujo en el mundo hispanohablante a fines de los años 90, cuando algunas editoriales independientes comenzaron a organizarse para contrarrestar el dominio de los grandes grupos editoriales. Definida como «la diversidad cultural aplicada al mundo del libro», la bibliodiversidad emergió en un contexto marcado por importantes cambios sociales, económicos y tecnológicos, donde las empresas multinacionales comenzaron a establecerse en América Latina, instalando oficinas regionales y adquiriendo editoriales locales de trayectoria.
Este proceso de expansión de los conglomerados editoriales transformó el panorama del libro en la región, imponiendo una lógica comercial orientada hacia la rentabilidad y relegando a un segundo plano la diversidad de voces y contenidos. Como resultado, las editoriales independientes se autodefinieron como tales y se identificaron como defensoras de la bibliodiversidad, en respuesta directa a la mencionada concentración editorial y a la homogenización de la oferta de contenidos. Susan Hawthorne (2014), editora independiente australiana, destaca que «la lógica de publicación de las megacorporaciones se basa solo en números, en lo homogéneo, en seguir la fórmula del último megaéxito (…) los grandes grupos editoriales y las grandes librerías, con su enorme marketing, eliminarán todo los diferente, lo allanarán, convirtiéndolo en un producto cultural de talla única».
Más de dos décadas después, este escenario no solo se ha mantenido, sino que se ha consolidado como la lógica predominante del mercado del libro. Las editoriales independientes han asumido un rol crucial en la defensa de la bibliodiversidad, posicionándose como agentes clave en la resistencia frente a esta globalización cultural. Pero ¿qué implica realmente ser una editorial independiente en este contexto?
La AIEI, formada en 2002, define al editor independiente como «un editor de creación», resaltando su capacidad para tomar decisiones innovadoras, asumir riesgos financieros y participar en el debate de ideas que fomente el desarrollo del espíritu crítico en los lectores. Estas características hacen del editor independiente un actor fundamental en la promoción de la bibliodiversidad, pues toma en cuenta el aporte cultural del libro como un valor indisociable de su actividad. Suzanne Islas Azais (2019) añade que «las editoriales son mucho más que empresas que generan empleos e ingresos y producen libros para poner en el mercado al alcance del público lector. Con los libros que produce, cada editorial introduce una línea de reflexión en el espacio público y, por tanto, interviene activamente en la configuración de ese espacio».
Las editoriales independientes no solo buscan publicar libros, sino también influir en la sociedad, generando debates y promoviendo la diversidad cultural. Este enfoque contrasta directamente con el modelo de los grandes grupos editoriales, que priorizan los resultados comerciales. Hawthorne (2014) compara a las editoriales independientes con «plantas exóticas que crecen entre la vegetación común, pero que agregan algo diferente: enriquecen la tierra, brindan color y aroma al mundo».
Aunque el término «independiente» ha sido objeto de largos e interminables debates dentro y fuera del ámbito editorial, implica inevitablemente la toma de una posición política de resistencia frente a la globalización cultural y la concentración de poder en manos de unos pocos conglomerados. En este sentido, la bibliodiversidad no es solo debe ser un concepto, sino que representa también una acción política que defiende la pluralidad de voces y contenidos en un mercado dominado por intereses comerciales. La bibliodiversidad, desde su origen, estuvo vinculada a la edición independiente y a la necesidad de oponerse a la dicha concentración del mercado.
No obstante, con el tiempo, el término ha sido adoptado por diversas instituciones gubernamentales y comerciales, que lo han vaciado de su sentido original. Muchos gobiernos han incorporado la bibliodiversidad en sus planes y políticas del libro y la lectura, aunque en muchos casos se utiliza como un sinónimo de «diversidad» sin abordar la problemática de la concentración editorial. Asimismo, algunos grandes grupos editoriales han intentado apropiarse del concepto, utilizándolo como un valor añadido vinculado a la diversidad temática de sus publicaciones, aunque continúan ejerciendo un dominio económico que invisibiliza las voces de editoriales más pequeñas.
Por estos motivos, es crucial retomar la bibliodiversidad como una acción política activa y no como un concepto estático o meramente decorativo. No se trata de que las multinacionales publiquen mucho y distintos tipos de contenidos, cuando luego priorizan únicamente la promoción de aquello que mejor funcione a nivel ventas, a través de agresivas campañas y presencia en medios y librerías. Por otro lado, más allá de colecciones específicas, libros de autoras y autores consagrados, o Best Sellers que cuentan con circulación regional, dichos grupos se enfocan en publicar a nivel local sin ninguna expectativa de circulación internacional. Y ni se diga de la relación inequitativa de Latinoamérica con España.
Alejandro Dujovne (2022) señala que la polarización del mercado editorial en América Latina, con los grandes grupos por un lado y las pequeñas editoriales por otro, está conduciendo a una creciente autonomización entre esos dos mundos del libro que se materializa en cuatro fenómenos: 1. la clase de títulos que se publican; 2. la distancia entre los niveles de profesionalización; 3. la capacidad diferencial para generar cambios en el funcionamiento del mercado; y 4. la dificultad (o imposibilidad) del diálogo entre ambos polos.
En resumen, la bibliodiversidad es un concepto intrínsecamente vinculado a la edición independiente, que se ha convertido en un acto político de resistencia frente a la concentración editorial y la homogenización cultural. A medida que los grandes conglomerados editoriales continúan dominando el mercado, las editoriales independientes deben seguir luchando por mantener viva la diversidad cultural y editorial, buscando nuevos caminos de resistencia y colaboración. Para ello, es fundamental que tanto las políticas públicas como los actores culturales reconozcan y apoyen su labor, entendiendo que la bibliodiversidad no solo enriquece el mundo del libro, sino también el tejido cultural y social en su conjunto.
Bibliografía
Hawthorne, S. (2014). Bibliodiversity: A manifesto for independent publishing. Spinifex Press.
Islas Azais, S. (2019). “De libros, editores y espacio público”. Quehacer Editorial, (19).
Alliance of Independent Publishers. (n.d.). Presentación y orientaciones. Alliance of Independent Publishers. https://www.alliance-editeurs.org/-presentacion-y-orientaciones,069-
Sobre el autor

Editor y comunicador, con más de 20 años de experiencia en el sector editorial. Fue director del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura. Se desempeñó como director de Contenidos y Relaciones Institucionales en la Cámara Peruana del Libro desarrollando estrategias para la profesionalización del sector editorial y la internacionalización del libro peruano. Coordinó la participación de Perú como invitado de honor en la FIL Guadalajara 2021. Ha llevado a cabo proyectos para la promoción de políticas del libro y la lectura, así como en el desarrollo profesional y empresarial del sector. Actualmente trabaja en la red de distribución bajo demanda, Bibliomanager, es codirector editorial de Cocodrilo Ediciones desde el 2015 y forma parte de la directiva de la asociación de Editoriales Independientes del Perú.