Por: Mabel Díaz Beltrán
En 2019 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó en El futuro ya está aquí. Habilidades transversales en América Latina y el Caribe en el siglo XXI un análisis de cómo los «cambios acelerados en términos tecnológicos, migratorios, demográficos y climáticos están reconfigurando el orden social, económico y político» (Mateo et al, 2019, p. 14). La pregunta sigue siendo cómo prepararnos y qué habilidades debemos trabajar para poder navegar con éxito un contexto marcado por grandes desafíos globales (cuarta revolución industrial, cambio climático, flujos migratorios, envejecimiento) que se suman a otros ya existentes en la región (desigualdad, brecha de habilidades y violencia) y en un ambiente de transformaciones aceleradas, de gran profundidad y escala, impulsadas por vertiginosos avances tecnológicos.
En la próxima década (2023-2033) experimentaremos más avances que en el siglo pasado (1923-2023) (…) inteligencia artificial, big data, tecnologías cuánticas, internet de las cosas, robótica, monitorización y diagnóstico médico móvil, prolongación de la esperanza de vida, viajes hipersónicos y colonización del espacio, por nombrar sólo algunos. Cada uno de ellos tiene el potencial de crear una alteración masiva en los patrones de nuestras vidas (Diamandis & Ismail, 2023, p. 745).
Necesitamos equiparnos de un conjunto de habilidades transversales o fundacionales que nos permita lograr mayores niveles de bienestar a lo largo de nuestra vida. En el mismo informe del BID se planteaban estas habilidades:
Habilidades digitales (como pensamiento computacional); habilidades cognitivas avanzadas (como pensamiento crítico o resolución de problemas); habilidades relacionadas con la función ejecutiva (como la autorregulación y la metacognición, que tienen una relación dinámica con las cognitivas),y habilidades socioemocionales también llamadas tradicionalmente blandas (como la autoestima, la perseverancia o la empatía), además de las básicas como la lectoescritura o las matemáticas (Mateo et al, 2019, p. 23).
Al intrincado mundo en el que vivimos se une la complejidad de nuestro propio universo personal e interior. Como seres humanos nos enfrentamos a la exigencia situacional y a la necesidad muy real de adaptarnos a un nuevo orden, a los retos y oportunidades que se nos presentan en muchas esferas de la existencia.
La lectura ¿para qué?
«Si leer no nos sirve para estar mejor en el mundo, entonces muy poco sentido tiene fomentar la lectura», dice el ensayista y crítico literario Juan Domingo Argüelles (2017) en Qué leen los que no leen.
Ese ‘estar mejor en el mundo’ tiene, como se ha visto, múltiples aristas e implica considerar las varias dimensiones de la vida, de sí mismo, de las realidades posibles. La lectura, de naturaleza diversa, puede contribuir en mucho y ser una gran aliada en la exploración y tránsito por los distintos aspectos de la experiencia humana.
Los campos relacionados con habilidades cognitivas, socioemocionales, de autoconocimiento, empatía y gobierno de sí mismo, cruciales en el siglo XXI, son algunos en los que se ilustra el valor que aporta la lectura.
El desarrollo cognitivo-intelectual
«Está claro que aprender a leer modifica radicalmente el cerebro humano», afirma el investigador en ciencias cognitivas, Robert Clowes (2019) en La lectura en pantalla y la creación de nuevas ecologías cognitivas. En ese mismo sentido, Maryanne Wolf destaca en Proust y el Calamar el importante papel de la lectura en las maneras en las que el cerebro aprende nuevas habilidades y aumenta su inteligencia:
El diseño del cerebro hizo posible la lectura, y el diseño de la lectura cambió el cerebro de múltiples formas, críticas y aún en evolución (…) pocos inventos han hecho más por preparar el cerebro y preparar a la especie para su propio avance (Wolf, 2008, p. 216).
En todo caso, un mundo moldeado por las tecnologías de la información demanda del cerebro lector habilidades adicionales y nuevas:
Un cerebro más inclinado hacia la ‘lectura superficial’ que hacia la ‘lectura profunda’ (…) La lectura superficial implica ‘identificar palabras y pasar rápidamente por el texto’, mientras que la lectura profunda involucra ‘absorber información, realizar análisis comparativos y adoptar diferentes perspectivas’ (Ferguson, 2018, p. 64).
Esto lo escribe Maria Ferguson, directora ejecutiva del Centro para Políticas Educativas de George Washington University, en su artículo Preparando los cerebros lectores de los estudiantes para la era digital. Ferguson aborda las reflexiones de Wolf. Debido al principio de ‘uso o pérdida’ que rige el funcionamiento cerebral, las personas cuyos cerebros se han adaptado a la lectura superficial, sin prestar atención a la lectura profunda, podrían perder algunas habilidades relacionadas con, por ejemplo, seguir un argumento escrito complejo: «Wolf teme que habilidades tan importantes como el análisis crítico y la empatía, que se cultivan a través de la lectura profunda, corran el riesgo de convertirse en ‘daños colaterales involuntarios de nuestra cultura digital’» (Ferguson, 2018, p. 64).
Cuestiona Wolf (2008) si el acelerado ritmo de los cambios experimentados en la actualidad tendrá consecuencias que afecten, de manera radical, los desarrollos alcanzados por el cerebro lector hasta ahora, y si se desarrollarán habilidades nuevas y valiosas que contribuyan a mejorar nuestra calidad de vida y enriquecer la sabiduría colectiva de nuestra especie.
La respuesta a estas interrogantes no parece definitiva, aunque es innegable que el cerebro se adapta en función de las exigencias y los estímulos a los que es sometido, y de lo que conscientemente se vaya cultivando en él. Clowes (2019) destaca la relación dinámica y mutuamente transformadora entre el cerebro humano y la tecnología sea esta un alfabeto o un dispositivo lector de libros electrónicos. Para el autor, la reconversión de los circuitos cerebrales mediante la adopción de nuevas habilidades:
es un proceso cultural y tecnológico que se apropia de estructuras cerebrales preexistentes para darles un nuevo uso. Tal reutilización puede ser más o menos la regla de cómo el cerebro del Homo sapiens permite la construcción de las mentes humanas (…) La lectura (y la escritura) ya se están convirtiendo en habilidades bastante diferentes a medida que se integran en nuevos conjuntos de acciones cognitivas y tecnológicas. Se trata de un proceso tanto de conservación como de innovación (Clowes, 2019, p. 718).
Autoconocimiento, empatía y gobierno de sí mismo
Además de su influencia en el desarrollo cognitivo e intelectual humano, la lectura es también una aliada en el camino de exploración y expresión de nuestro mundo interno, así como de conexión con realidades distintas.
La lectura literaria, en particular, tiene la maravillosa cualidad de ponernos de frente a las muchas expresiones de lo humano. Harold Bloom, crítico literario y profesor emérito de la Universidad de Yale, escribía en El canon Occidental que «la peculiar magnificencia de Shakespeare» residía en «su capacidad de representación del carácter y personalidad humanas y sus mudanzas» (Bloom, 2022, p.73). El dramaturgo inglés nos ofrece para la introspección, él solo, un repertorio de «cien personajes mayores y mil personajes menores absolutamente distinguibles entre sí (…)» (NMás, 2019). Esto dice Bloom (2022) de Shakespeare en una entrevista publicada en 2019 por un medio mexicano.
Para la ensayista e investigadora en el campo de la lectura y las bibliotecas, Michele Petit, la lectura ha sido, igualmente, un medio para trascender los límites de nuestra vivencia diaria, permitiéndonos explorar más allá de las fronteras de nuestra experiencia habitual y adquirir una conciencia de realidades alternas:
leer no nos separa del mundo. Nos introduce en él de manera diferente. Lo más íntimo tiene que ver con lo más universal, y eso modifica la relación con los otros (…) Puede ayudar (…) a la elaboración de una identidad plural, más flexible, más lábil, abierta al juego y al cambio (Petit, 2001, p. 57).
Lectores Frontera. Mediadores Plurales
Vivimos en el epicentro de un campo de infinitas posibilidades, a diferencia del pasado cuando los destinos parecían fijos y predeterminados. La lectura, en sus diversas modalidades, se erige como una brújula valiosa en este caleidoscopio. Ya sea una inmersión profunda o un mero escaneo, la lectura nos despierta ante la complejidad del mundo y nos brinda herramientas para reflexionar sobre quiénes somos, a qué aspiramos, y cuál es la experiencia que queremos desenvolver en este mundo entretejido, contradictorio, de abundancia y escasez, de interconectividad y fragmentación, de conexión y aislamiento, de divergencias y convergencias, de inteligencia humana y artificial, de oportunidades y desafíos.
El nuevo perfil de lector es reflejo de este universo. Puede ser tanto un explorador superficial como un buceador profundo, adaptándose a las diversas alternativas que ofrece la lectura moderna. Un lector análogo y digital, analítico y selectivo, racional y emocional, funcional y literario, reflexivo e informacional, consumidor y creador, en libro de papel o en audio, de grandes novelas o de blogs. Puede ser un lector tanto de lo uno como de lo otro. Un lector frontera.
Fomentar y mediar la lectura en todas sus formas es esencial:
tradicionalmente, el mediador de prácticas de lectura ha estado vinculado a las áreas de educación, bibliotecología, ciencias sociales o literatura. (…) el nuevo concepto de experiencia de lectoescrituras demanda integrar nuevos saberes y habilidades que tienen que ver con el mundo de la comunicación, los medios, la comunicación virtual, el audiovisual o el arte. (…) un mediador con capacidades y miradas plurales (…) (Barbero & Lluch, 2011, p.133).
Nos encontramos en una bisagra de transformación en la que necesitamos cultivar distintas maneras de leer. Los nuevos lectores deberíamos poder movernos entre universos, entre comunidades, entre ideas, entre formatos, entre tecnologías para estar y participar en el mundo con una perspectiva informada, propia, crítica y versátil. Cómo se configurarán las circunstancias es un enigma. Debemos estar preparados para navegar por los horizontes emergentes.
Referencias bibliográficas
Argüelles, J. D. (2017). ¿Qué leen los que no leen?: El poder inmaterial de la lectura, la tradición literaria y el hábito de leer. Editorial Océano-Travesía.
Barbero, J.M. y Lluch, G. (2011). CERLALC. Proyecto: Lectura, escritura y desarrollo en la sociedad de la información.
Bloom, H. (2022). El canon occidental. Decimoquinta edición. Editorial Anagrama.
Clowes, R. (2019). Screen reading and the creation of new cognitive ecologies. AI & Soc 34, 705–720.
Diamandis, P., Ismail, S. et al. (2023). Exponential Organizations 2.0: The New Playbook for 10x Growth and Impact. E-book. Ethos Collective.
Ferguson, M. (2018). Preparing students reading brains for the digital age. The Phi Delta Kappan, 100(4), 64–65.
Mateo, M. et al. (2019). El futuro ya está aquí. Habilidades transversales en América Latina y el Caribe en el siglo XXI. Banco Interamericano de Desarrollo.
NMás. (15 de octubre de 2019). ¿Quién fue Harold Bloom? [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=GvJF_d7nJOI&ab_channel=NM%C3%A1s
Petit, M. (2001). Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. Fondo de Cultura Económica.Wolf, M. (2008). Proust and the Squid: the story and science of the reading brain. Editorial Harper Perennial.
Acerca de la autora
Mabel Díaz Beltrán
Estudiante del Diplomado en Cultura Escrita y Formación de Lectores en la Universidad Adolfo Ibáñez
Profesional experta en gestión de planes, programas y proyectos, con experiencia en los ámbitos de la gestión organizacional, la gestión cultural y la comunicación estratégica en los sectores público y privado. Máster en Dirección de Proyectos, y Comunicación Política y Corporativa. Especialista en Gerencia de Negocios Digitales. En el campo de la cultura, ha liderado, coordinado y colaborado en iniciativas con el Ministerio de Cultura de Colombia, la Universidad Jorge Tadeo Lozano, CERLALC-Unesco y la Corporación Cultural Estanislao Zuleta. Convencida del valor y poder de la palabra en el desarrollo integral del individuo y de las sociedades. Apasionada exploradora del mundo del libro, la lectura, la escritura y la oralidad en los entornos análogo y digital.