El 6 de diciembre, la OECD hizo el lanzamiento de los resultados de las pruebas PISA 2015. Minutos después del lanzamiento, los medios internacionales y las redes sociales se inundaron de análisis, comentarios y explicaciones sobre los resultados. De alguna manera, PISA se ha entronizado como un estándar de la medición de la calidad de la educación básica en el mundo, pese a que no son pruebas que se realicen en todos los países. En esta ocasión se examinaron las competencias de 540.000 estudiantes de 15 años de edad, en 72 países del mundo, en Ciencias, Lectura y Matemáticas, y la resolución de problemas de manera colaborativa.
De los 21 países iberoamericanos, once participan en las pruebas: Argentina (aunque para este año solo se incluyen los resultados de la ciudad de Buenos Aires), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, España, México, Perú, Portugal, República Dominicana y Uruguay.
En lo que respecta al componente de lectura, el resumen de los resultados es el siguiente:
La puntuación promedio para los países participantes en las pruebas de comprensión lectora fue de 493 puntos. Las más altas calificaciones corresponden a Singapur (535), Hong Kong y Canadá (527), y Finlandia (526). Solo dos de los once países iberoamericanos, Portugal (498) y España (496), se ubican por encima del promedio general.
En el caso de América Latina, las puntuaciones más altas corresponden a la ciudad de Buenos Aires (Argentina), Chile y Uruguay. En orden de magnitud, Buenos Aires, Perú, Colombia, Chile y Uruguay mejoraron sus resultados respecto al 2012.
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El desempeño general de los países latinoamericanos resulta preocupante en las tres pruebas (Ciencias, Lectura y Matemáticas). Mientras que para el conjunto de países examinados el promedio de alumnos con bajo rendimiento (por debajo del nivel 2) es de 13%, para los países de la región este resultado varía entre 23,3% para Chile y 70,7% para República Dominicana (que participa por primera vez en las pruebas).
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El mejoramiento de la calidad de la educación básica, la formación de docentes y el desarrollo de la infraestructura escolar son los grandes desafíos de la región para alcanzar, en el campo de la educación, los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030. Tales objetivos buscan, en esta área, “Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos”. Los mecanismos de evaluación y seguimiento de la educación pueden resultar útiles para la revisión de las políticas públicas encaminadas a ese fin. No obstante, tales mecanismos pueden ser también objeto de revisión y de críticas, como las presentadas por varias voces de la región, entre ellas la de Pablo Gentili, secretario ejecutivo de CLACSO, para quien las prueba PISA presentan fallas en su metodología y concepción pedagógica, además de crear una asociación “descontextualizada entre progreso y resultado educativo”.