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Creación y comunicación: oportunidad en medio del aislamiento

Autor
María del Pilar Rodríguez Saumet
Fecha
15 abril, 2020

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La creatividad es una habilidad inherente al ser humano, aunque a la luz de las rutinas y afanes diarios, la imitación de ciertos estándares de consumo y otros vicios sociales, algunos lo hayan olvidado… Pero hoy, cuando las circunstancias nos obligan a mantenernos en casa, tomar consciencia de la capacidad creativa individual y colectiva puede traernos grandes beneficios, sobre todo si aprendemos a como comunicar ese conocimiento.

La historia nos lo ha confirmado: no hace falta ser un gran erudito para caer en cuenta que justamente tras las grandes crisis -guerras, enfermedades, entre otras- la humanidad ha presenciado la aparición de obras maestras de la literatura, la música, la pintura, la danza, las artes escénicas y por supuesto en las áreas de la ciencia y la tecnología ¿O acaso el Guernica o grandes obras de Shakespeare no nacieron justo en circunstancias de ese cariz?

La creatividad y gestión del conocimiento no es solo cuestión de intelectuales

Al contrario de lo que muchos piensan, la capacidad de generar conocimiento es una habilidad que todos tenemos: la señora del restaurante que tiene esa forma tan particular de hacer los fríjoles que nos gustan, ha heredado, probado y comprobado una serie de “trucos” y manejos que dan ese resultado, información que es conocimiento, tal cual lo es la forma como un músico a aprendido a afinar más rápidamente su instrumento, o la manera de combinar los colores de un pintor o el tono específico de los textos de un escritor. 

Desarrollar las habilidades para comunicar nuestro conocimiento es el reto 

Después de tener consciencia de que todos, absolutamente todos somos generadores de conocimiento, hace falta identificar las habilidades que nos permitirán compartirlo, transferirlo: comunicarlo. Para eso, lo primero, es observarnos; detallar cual es la habilidad comunicacional que es más visible en el desarrollo de nuestra cotidianidad: ¿A la gente le gusta escuchar cuando hablamos? ¿Preferimos escribir un mensaje a decirlo vía telefónica? ¿De chicos nos gustaba hacer caricaturas de nuestros compañeros de clase? ¿Nos hemos aficionado a recursos como la video llamada u otras herramientas de tipo audiovisual?, esto, por enumerar cuatro recursos comunicacionales básicos. 

Habilidad que una vez identificada podemos empezar a potencializar, en el caso del audio y el vídeo, grabándonos y luego escuchándonos y/o viéndonos para determinar cuáles cosas podemos mejorar, al tiempo que observando y escuchando otras propuestas similares.

En el caso de la escritura o el dibujo, leer y ver es siempre un excelente paso y cuando digo ver y leer, es textualmente cualquier cosa que nos interese: revistas, blogs, caricaturas impresas o digitales… Pues entre más nos interesa el tema del texto o el de la ilustración, más atención le ponemos y más detalles estéticos, ortográficos, sintácticos y de puntuación podemos detectar.

Lo anterior, para una primera aproximación a la potencialización de estas habilidades que pueden irse sofisticando por medio de distintas herramientas de formación, hoy disponibles en múltiples plataformas virtuales -por no citar centros de formación presencial-.

La gestión y transferencia del conocimiento, un gran activo social

Según la doctora en ciencias de la educación Carmen Alvarado Utria, la gestión del conocimiento reviste una gran importancia en la sociedad contemporánea, por eso, cada vez que comunicamos lo que sabemos, estamos sumando más de lo que creemos: “El principal activo de nuestra sociedad es el conocimiento y el valor inmaterial que genera, por lo cual la gestión del conocimiento se centra en cómo explotar al máximo este valor intangible, así los resultados de las investigaciones con alto valor científico, son de mayor impacto en la medida que logren transferir la comprensión e intervención de las relaciones entre tecnociencia y sociedad, construido a partir de la participación activa de los diversos grupos sociales que generan conocimiento (Colciencias, 2013). De esta manera los resultados de las investigaciones pueden alcanzar a los grupos sociales que realmente pueden recibir un beneficio directo que les permita usar esos resultados para mejorar sus condiciones de vida o poner en valor aquello que constituye su identidad y patrimonio.”    

Aprender, no solo cuestión de desarrollo intelectual, si no de salud mental

Sí señores, el adquirir conocimiento y ser consciente de ello es bueno para nuestra salud mental, particularmente en períodos de crisis, así nos lo confirma la psicóloga  especializada en neurociencias y piscología positiva Sandra Leventhal: “Cuando uno está realizando una actividad que le demanda esfuerzo mental -como aprender- pero que además le resulta agradable -porque le interesa y le crea motivación interna- el individuo siente como se le va subiendo el ánimo porque está generando endorfinas, debido a que el aprender algo que nos gusta y ser consciente de la transformación intelectual genera placer.”

En este mismo sentido, pero en lo que hace referencia a los beneficios que trae compartir este conocimiento la misma neurocientífica afirma: “El individuo cuando es consciente de poseer conocimiento desea sentirse útil, entonces, cuando compartimos conocimiento y recibimos retroalimentación por parte de otros, recibimos una gran motivación que tiene un muy positivo impacto psicológico”

El resultado de compartir el conocimiento por cualquier medio nos puede sorprender gratamente

Además de hacer una contribución social, en tanto el conocimiento es un gran activo para la sociedad y reflejarse positivamente en nuestra salud mental. El compartir nuestro conocimiento puede impactar a otros de muchas formas que ni podemos llegar a imaginar, como lo reconoció Gabriel García Márquez en su discurso en el marco  del homenaje que en el 2007 le hizo la Real Academia de la lengua española en el salón Getsemaní del Centro de Convenciones Julio César Turbay de la ciudad de Cartagena de Indias, con las siguientes palabras: “Ni en el más delirante de mis sueños, en los días en que escribía Cien Años de Soledad, llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares. Pensar que un millón de personas pudieran leer algo escrito en la soledad de mi cuarto, con 28 letras del alfabeto y dos dedos como todo arsenal, parecería a todas luces una locura.” 

Quien comparte conocimiento es un autor 

Por lo regular, cuando en Colombia usamos la palabra autor, lo hacemos con cierto tono de reverencia, que es un gesto de respeto a quien ha creado algo que nos genera interés, sin embargo, y en contradicción a ello, nos olvidamos de que todos podemos ser autores. En este sentido de acuerdo con la legislación colombiana, autor es un ser humano que crea. El único requisito es que la obra sea original, no necesariamente novedosa -puede tratar temas ya muy trabajados- pero debe tener ese tono, esas características particulares, que lo distinguen de otras formas de comunicar.

Comunicar lo que sabemos una oportunidad aquí y ahora

Visión desde las leyes que, junto con las miradas desde la educación y la psicología, nos confirman que estos días de estar en casa y con más tiempo disponible y herramientas de transmisión de información como el Internet, se constituyen en una gran oportunidad de poner en valor nuestro conocimiento, detectar con cual herramienta podemos comunicarlo de manera más atractiva y eficiente. Ejercicio que como ya vemos todo lo que nos traerá será positivo. 

La oportunidad está abierta, crear y comunicar está en sus manos. 

*Fotografía por: Olga Lucía Jordán.