Importancia del autor en la cultura

Imaginemos por un segundo que la humanidad no tuviera dentro de sus haberes la música, la danza, la pintura, la escultura, la literatura, las artes escénicas… Sería una sociedad pobre, una sociedad sin expresión espiritual y carente de emociones. Pero esto es irreal, pues el ser humano, por su propia naturaleza, tiene sentimientos, inteligencia y voluntad, cualidades que le han permitido, a lo largo de su existencia, cantar su origen, pintar su entorno, esculpir sus emociones, versificar sus anhelos y expresar todo aquello que quiere preservar y mantener como memoria histórica.

La actividad creadora del hombre en todos los ámbitos ha sido reconocida como un derecho en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el artículo 27:

  1. Toda persona tiene derecho a tomar parte en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
  2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias y artísticas de que sea su autora.

El reconocimiento a la actividad creadora del hombre está íntimamente relacionado con el derecho a la cultura, pues son los autores los que la originan y la enriquecen; sin un estímulo y reconocimiento a sus creaciones solo reinaría la pobreza intelectual.

El tiempo no se detiene, como tampoco la inteligencia creadora del hombre. La inmensa riqueza cultural que hoy en día posee la humanidad como su tesoro más preciado no ha sido fruto de una generación espontánea, sino del desarrollo milenario de su inteligencia que se esfuerza y trabaja para responder a los infinitos requerimientos que le demanda la vida personal y comunitaria. ¿Cuántas experiencias acumuladas?, ¿cuántas energías gastadas?, ¿cuántos desvelos y fatigas intelectuales?, ¿cuántas frustraciones?, ¿cuántos recursos (humanos y económicos) fueron necesarios para ofrecernos el acervo de sabiduría, ciencia y tecnología que hoy disfrutamos? De ella somos herederos culturales, pero esa herencia nos convoca y nos reclama que la incrementemos a fin de que nuestros sucesores reciban un mayor acervo hereditario; y que lo hagamos cada uno, dentro de nuestro propio entorno y con nuestras vivencias, aspiraciones, actitudes y conocimientos.

¿Cómo se logra? Incentivando, respetando, protegiendo y reconociendo la obra del creador cultural.