Principios básicos del derecho de autor

Supongamos que un día nos levantamos con una idea maravillosa y que la consideramos apropiada para el tema de un libro, nos entusiasmamos tanto que tomamos lápiz y papel o nuestro computador y empezamos a escribir lo que será nuestra primera obra literaria.

Con este ejemplo podemos explicar varios de los principios básicos del derecho de autor:

El Derecho de autor no protege las ideas sino la forma como estas se expresan:

En nuestro ejemplo, si solo nos levantamos y le contamos a un familiar que tenemos una idea maravillosa que puede ser el tema de un libro, esa simple idea no goza de protección, pero como lo que hicimos fue sentarnos y expresarla en un papel o en un archivo de Word, a partir de ese momento estamos amparados por el derecho de autor. Todas las formas a través de las cuales el autor expresa su obra son válidas. En nuestro caso, lo hicimos mediante la escritura en un papel o mediante la digitalización en un documento electrónico, pero también hubiera sido posible que, en lugar de escribirla, la hubiéramos grabado de viva voz, cantado, dibujado, versificado, pintado o esculpido.

Pensemos en un ejemplo distinto: son innumerables las obras literarias (narrativa, poesía, ensayo) y artísticas (musicales, pictóricas, audiovisuales) que giran alrededor del amor, lo que implica que de un mismo tema pueden surgir distintas obras, cada una de las cuales estará protegida siempre que reúna los requisitos para gozar de dicha protección.

El derecho de autor protege las creaciones intelectuales originales:

El derecho de autor solo protege las creaciones intelectuales cuando llevan el sello personal de quien las realiza. En nuestro ejemplo, lo logrado esa mañana es fruto de nuestro propio trabajo intelectual y personal, pues somos nosotros quienes escribimos la obra. El concepto de originalidad será estudiado con mayor detenimiento cuando se analice el concepto de obra.

El derecho de autor no mira el mérito artístico de las creaciones intelectuales:

El derecho de autor protege las creaciones intelectuales sin realizar juicios de valor sobre la belleza o el mérito literario o artístico que tenga la obra. En este sentido, y volviendo a nuestro ejemplo, lo que escribimos en casa esa mañana está protegido por el derecho de autor sin importar si los críticos consideran que tiene o no valor literario.

La protección inicia desde el mismo momento de la creación:

Desde el mismo momento en que empezamos a expresar nuestras ideas en el papel o en un archivo de Word gozamos de la protección del derecho de autor. No es necesario acudir a ninguna instancia ni autoridad administrativa o judicial para que nuestra obra quede protegida.

Independencia entre el soporte que contiene la creación intelectual y la creación intelectual en sí misma:

El siguiente ejemplo ayudará a entender este principio. Pensemos que nos encontramos en una galería de arte y adquirimos varios cuadros de un pintor contemporáneo pagando una significativa suma de dinero por ellos. Como tenemos la firme convicción que somos propietarios de esas obras pictóricas decidimos tomarles fotografías y sacar un almanaque con todos los cuadros que hemos adquirido. Esto, salvo algunas excepciones, no es permitido, pues la protección que el derecho de autor otorga se concede para la obra, independientemente del soporte en el cual se encuentra plasmada. En nuestro caso, lo que compramos y de lo que somos dueños es de los soportes materiales (los lienzos) que contienen las obras, pero no somos propietarios de las creaciones intelectuales en sí mismas, motivo por el cual será necesario obtener la respectiva autorización del autor si deseamos reproducir sus obras en el almanaque, para su posterior distribución.

El derecho de autor no protege el aprovechamiento industrial o comercial de la obra:

Para explicar este principio, partamos de los siguientes supuestos: una persona escribe un manual práctico de contabilidad o un libro de recetas de cocina latinoamericana. Quienes adquieren ese manual o el recetario podrán aprovechar su contenido: en el primer caso, para entender los principios contables y aplicarlos; y en el segundo, para preparar los platos que se encuentran en el libro de cocina; y sus autores no podrán impedirlo. En este sentido, lo que protege el derecho de autor es la forma como las ideas se expresan y no el contenido o la aplicación práctica que puedan tener.